Es el caso contrario al anterior. Un niño que no es capaz de dibujar o pintar todo lo que nos cuenta, nos indica que su imaginación no es capaz de visualizar en dibujos sus palabras. Podemos entonces interrumpir al niño, preguntarle y pedirle que intente pintarlo.
Si fuera posible, también podemos pedirle que escriba los que nos cuenta. Así, el niño podrá concentrarse en lo que quiere dibujar.
Si fuera posible, también podemos pedirle que escriba los que nos cuenta. Así, el niño podrá concentrarse en lo que quiere dibujar.
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