9. Referencias

Este documento intenta ser una síntesis del clásico libro de Viktor Lowenfeld El niño y su arte, ed. Kapelusz. Buenos Aires, 1958.

Por lo que las posibles incorrecciones e inexactitudes de este documento no se deben a dicho autor y a su obra, sino al propio autor de este documento.

Otras principales obras consultadas:
  • Didáctica de la educación artística. Colección Didáctica Primaria. Coordinador: Ricardo Marín Viadel. Ed. Pearson Prentice Hall, 2003.
  • El origen de la expresión y La afirmación de la expresión de Elvira Martínez y Juan Delgado. Ed. Cincel, 1981 y 1982 (respectivamente).
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8.4. Material adecuado.

Muchos de los materiales y experiencias que conviene que pruebe el chico en sus obras para probar una mayor sofisticación no son tan comunes o posibles en casa: impresiones, grabado, talla, tintes, ... En todo caso, las acuarelas, la pintura al oleo o acrílico y el modelado son válidos.

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8.3. El chico que sólo le importa la expresión.

Aunque la mayoría de estos chicos y chicas (50 %) muestran una gran inclinación durante esta etapa hacia lo visual; se ven a ellos mismos como espectadores que quieren reflejar lo que les rodea.

Otros chicos (25 %) no muestran ningún interés en este sentido y sólo se interesan por la emoción subjetiva de su mundo [1]. Mediante el uso de deformaciones o desproporciones y una utilización personal del color es capaz de transmitir emociones y expresiones subjetivas.

Los padres además de apreciar esta expresión tan genuina de su hijo, pueden reforzar la relación del chico con su entorno que por esta actitud tan personal pudiera estar relegada.

[1]El otro (25 %) restante sería un grupo intermedio entre los visuales y los expresivos.

8.2. El realismo.

Tampoco le satisfacen los dibujos infantiles que hacía y por ello va buscando mayor realismo a sus figuras: introduce las articulaciones, mejoran las proporciones, observa los movimientos y acciones corporales, introduce luces y sombras. Se torna crítico hacia sus dibujos, le importa el resultado. Es capaz de introducir la profundidad y la perspectiva en los dibujos y afina en los matices de los colores.

Todos estos descubrimientos sorprenden a los propios chicos y durante un tiempo sus dibujos parecen rígidos o faltos de expresión y frescura. Después de una mayor práctica de estas destrezas retomará el ''aire'' que quiere dar a sus pinturas.

De todas formas, durante este periodo el chico puede realizar pinturas ''abstractas'', donde no apreciamos ningún significado inmediato. Se deja llevar por reflexiones subconscientes sobre el color, la forma, y el espacio sin ninguna referencia con nada visual. No hay ningún problema en estas realizaciones, el chico está descubriendo la fuerza propia que tienen las líneas en movimiento, los colores que son afines, la composición de las formas, etc.

Perdida de interés por el arte: Muchos chicos son tan críticos con sus realizaciones, las consideran tan infantiles y malas que las considera ineficaces.

Los padres pueden interesarse entonces por estas pinturas, y valorar los logros que el chic ni siquiera aprecia:
Papá -- Dime, ¿Cómo has conseguido para que la montaña pareciera tan lejana?
Mamá -- ¿Cómo conseguiste ese color tan especial para la falda de esa figura?

El diálogo con los chicos, permitirá que aclaren sus descubrimientos y ser más consciente de estos. Estas motivaciones se recomienda hacerlas sin interrumpir el trabajo creativo del chico, a posteriori. En cualquier caso, tampoco debemos interpretar este deseo de realismo como una búsqueda de la perfección. Lo valioso y original es la expresión íntima y personal del niño, no que consiga una representación ''fotográfica'' de la realidad que no aporta nada más allá de un virtuosismo estéril.

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8. De 12 a 14 años de edad.

8.1 Conciencia crítica:

Causado por los cambios físicos de la adolescencia, el chico desarrollo un sentido crítico hacia sí mismo y hacia su entorno. Es capaz de elaborar razonamientos complejos sobre multitud de cosas y mantener una conversación seria, pero no vive del todo en la realidad, no es una persona objetiva, sigue siendo un chico con imaginación.

Cuanto más inesperados sean estos cambios, más difícil será la adaptación. Por ello es conveniente prepararlos gradualmente para estos cambios.

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7.4. El trabajo en grupo.

Es obvio el propósito del trabajo en grupo como recurso para trabajar la integración social. Mediante el diseño de un proyecto común, el dibujo de un pueblo por ejemplo, se puede fomentar un sano espíritu competitivo y cooperativo donde cada uno de los chicos se esmerará en aportar al proyecto lo mejor de sí mismo. Uno pintará un granja, otro una carretera, ... Las aportaciones particulares cobrarán sentido en el resultado global. Sin la cooperación y discusiones mutuas hubiera sido imposible para un sólo chico componer este gran proyecto.

Los padres pueden colaborar en estas actividades para aportar el material y dar alguna motivación inicial, si fuese el caso que los chicos anduvieran tan ociosos como para no poder empezar a organizarse.

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7.3. Material adecuado.

Además de usar el material habitual, el chico gustará de realizar construcciones de modelos de objetos, refugios, juguetes, incluso querrá diseñar sus propios disfraces o vestidos. Por ello debemos proveerles de herramientas y el más variado tipo de material que fuera posible: tablas, corchos, tubos de cartón, plástico, cuerda, tela, ...

Para los chicos, la más simple construcción realizada por ellos tiene gran valor y es notorio que incluso pueden llegar a desarrollar una gran maestría y destreza en estas actividades creativas.

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7.2. ¿Cómo son sus dibujos?

Tendencia al realismo: Es normal entonces que los chicos reflejen sus intereses en sus dibujos; por ello pondrán énfasis en los detalles. Como la ropa: vestidos de las chicas, pantalones, uniformes, ... O la diferenciación de los sexos: cabello, uñas, labios, bigote, ...

La convivencia y juegos con sus amigos le hará más consciente del medio. Así abandonará la línea o borde del papel e introducirá el plano del suelo; unirá el cielo y el suelo en el horizonte; introducirá la profundidad mediante superposiciones de planos y figuras más o menos próximas; experimentará con la perspectiva, ...

Quizás por todo esto sus dibujos parecerán rígidos globalmente, pues pone más atención a los detalles que al movimiento de sus figuras.

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7. De 10 a 12 años de edad.

7.1. Integración social.

La integración social del niño es la característica principal que define a esta etapa. Rompen por primera vez con toda su fuerza inicial los sentimientos de ''amistad'', que anteriormente no se concebían. El niño descubre el ''poder'' de pertenecer a un grupo o ''pandilla'' de iguales a él, tienen intereses comunes: quieren salir a explorar, dormir fuera de casa, construir refugios entre amigos, intercambiarse vestidos, ... Durante este periodo se preparan para convivir y cooperar con otras personas.


¿Y si no se respetan los deseos de socialización del niño?. El niño prueba ahora una tendencia natural en integrarse en un grupo de amigos, que le hace sentir la independencia de los padres. Limitar este impulso originaría una actitud hostil del niño hacia los padres, adultos en general, hacia el sexo opuesto, ...

La clave está en la comprensión por parte de los padres de las necesidades de su hijo y actuar con un criterio ''aceptable'' que muchas veces exigirá esfuerzo e incomodidad para los padres.
Los padres ganarán la confianza de los hijos que les contarán sus experiencias con los amigos, en la escuela, asociaciones, organizaciones religiosas, ...


¿Y si no quiere relacionarse con el otro sexo? Generalmente se desarrollan sentimientos despectivos entre chicos y chicas durante estas edades. Son conscientes de sus diferencias en cuanto a sus intereses. Hasta cierto punto esto es normal, pero no debemos dejar que arraiguen profundamente estos sentimientos; por lo menos hasta el punto de que les impida cooperar y colaborar en grupo.

De nuevo, si el niño tiene el hábito del dibujo, reflejará en el papel estas tensiones y podrá enfrentarse a ellas. Si un chico no quiere asociarse con chicas será bueno entonces que las dibuje. Si se siente frustrado por las amistades o su relación con el sexo opuesto, sus dibujos manifestarán esta soledad u hostilidad. Es posible que este método no funcione, pero le estamos ofreciendo una vía de desahogo a unos sentimientos transitorios.

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6.2. Materiales adecuados.

Los materiales no cambiado mucho respecto la etapa anterior. También debemos respetar las preferencias de los niños en el uso de los materiales: hay niños que no se sienten cómodos en absoluto con el modelado en arcilla o plastilina, y hay otros que lo prefieren sobre cualquier otra técnica. Puesto que con el modelado se trabaja en las sensaciones y movimientos del propio cuerpo, quizás se puede llegar a descuidar la relación con el ambiente, aprovechemos sus modelados para sensibilizarlo en este sentido:
Mamá -- Paloma, ¿Qué vas a hacer con ese anillo que has hecho? ¿Lo vas a guardar? ¿Dónde lo vas a guardar, en tu cuarto, en el armario? ¿O cerca de tu mesilla?



6.1. ¿De qué forma dibujan y porqué?

Sigue dibujando sin respetar las proporciones o tamaño: Aunque en esta etapa el niño descubre y asimila que forma parte de lo que le rodea, su experiencia todavía está centrada de forma importante en sus sensaciones corporales, en lo que le rodea a él directamente.


Y una forma de señalar estas relación emocional tan estrecha es exagerando el tamaño de las cosas y ciertas partes de su cuerpo. Seguramente Paloma se dibujará con una gran mano que sostiene una flor enorme que regala a su abuela. Como Paloma no está interesada en cómo quedará su dibujo, no le importa en absoluto si el tamaño de sus manos se corresponde o no con la realidad, para ella lo importante es manifestar lo que quiere a su abuela. El tamaño de su mano es el correcto, pues así entiende que es la mejor forma de decir que quiere a su abuela.

No es conveniente perturbar esa emoción tan sincera, corrigiendo las proporciones de sus dibujos, pues para ella no tendría sentido.


Dibuja todo sobre una línea o el borde del papel: esta es la forma de expresar que su relación con lo que le rodea es más estrecha. Establece vínculos entre las figuras que dibuja sea con la línea de base, sea dibujando próximas las figuras que tienen relación entre sí.

Antes situaba las figuras de forma dispersa: ''Allí hay un niño, allá una casa, un perro, flores, ...''. Ahora piensa: ''estamos en la calle, yo estoy en la calle, el árbol está en la calle, todos estamos en la calle'' y en consecuencia dibuja una escena.

Es importantísismo en su desarrollo el descubrimiento de este vínculo con el medio, con el ambiente; es la misma habilidad para poder vincular las palabras y las letras en la lectura y la escritura. Saberse parte de un entorno es la preparación para la cooperación con otras personas, para situarse en el lugar de los demás.

Sensibilizar al niño respecto al entorno no quiere decir que se lo debamos mostrar explícitamente:

Papá -- Paloma, tu y yo estamos sobre el suelo, el árbol está sobre el suelo, todos estamos en el suelo. ¿Lo entiendes?

Podemos en cambio darle la responsabilidad de elegir el lugar donde plantará un tiesto en el jardín, o darle la posibilidad de que nos muestre un camino para llegar al cole, o un lugar para hacer un pic-nic, ...

O podemos revivir una experiencia para que ayude a vincularse con el medio y a organizar sus dibujos:
Papá -- ¿Recuerdas cuando estuvimos en el parque?. ¿En que columpio te subiste primero?. ¿Y después?. ¿Y cual siguió después?.


Siempre pinta un cielo y un sol en la parte superior del papel: Completando lo anterior, Paloma percibe que ella está sobre el suelo, que encima está el cielo y el sol y en medio está el aire. Es una conclusión con mucha lógica que reflejará en sus dibujos. Pero Paloma todavía sigue pensando en relación a su persona: lo que tiene ''debajo de ella'' (suelo), lo que tiene ''encima de ella'' (cielo) y lo que tiene ''alrededor de ella'' (aire). Todavía no ha descubierto que el cielo se une con la tierra en el horizonte. No piensa todavía en términos de realidad visual.

Igualmente, el sol pertenece al cielo de la misma forma que los ojos a la cabeza. Para dibujar una tormenta, tapará con las nubes el sol que habrá pintado previamente.


Visión de ''rayos X'': Puesto que a Paloma no le importa cómo es la realidad visualmente o en apariencia, sino cómo es la realidad según la siente ella o la vive; entonces es totalmente libre de poder mezclar lo exterior con lo interior. Como el colegio es importante para ella, dibujará a la vez el patio, la entrada, la calle y las escaleras, la clase, los pupitres y pasillo.


Si ha sido consciente después de un esfuerzo lo mucho que le late el corazón, posiblemente se dibujará con un corazón en el pecho en otra ocasión.


Dibuja todas las paredes de la casa, chimeneas inclinadas,...: Paloma, a la hora de dibujar por ejemplo una simple casa, revivirá en su imaginación la posibilidad de rodearla, y conforme la rodea va dibujando la fachada que tiene ante los ojos de su imaginación; será capaz así de dibujar todas las paredes de la casa.


O si por ejemplo quiere dibujar la calle, entonces dibujará casas sobre una línea que representa la acera, luego dará la vuelta al papel o girará ella sobre la mesa y pintará ''boca arriba'' otra acera con sus correspondientes casas; lo que quede en medio de las dos aceras será la calle.

Vemos que en esta etapa es más importante para Paloma la sensación de movimiento que la corrección visual de sus dibujos.


Si Paloma dibuja una montaña, cuando la dibuja revive en su imaginación su inclinación y el esfuerzo de subirla y bajarla. Esta sensación puede más que el ángulo correcto que deben tener los árboles sobre la montaña o la chimenea sobre le tejado. Es el suelo quien se inclina en las montañas y esa inclinación arrastra el ángulo que normalmente tienen los árboles.


Usa un color para cada cosa: En esta etapa el niño va siendo consciente de la relación que tienen los objetos con su color. Así por ejemplo, dibujará la hierba de color verde. Y fiel a este descubrimiento siempre pintará así la hierba, incluso en verano cuando está seca. Más adelante, cuando haya establecido unas relaciones más sensibles con su entorno, podrá introducir
matices al color de la hierba.

Por esta razón es raro que en esta etapa el niño mezcle los colores.

Una buena atención hacia el color por lo padres, influirá en la sensibilidad de los hijos. Otra vez, se señala que no es bueno corregir el color que deben pintar los niños, sino sensibilizarlos hacia el color:
Mamá -- Paloma, ¿Recuerdas cuando hicimos la mayonesa? ¿De qué color era? ¿Y que pasó cuando la juntamos con un poquito de ketchup? ¿Qué color resultó? ¿Y cuando ya le pusiste un montón de Ketchup?...


Sus dibujos parecen rígidos: Después de todo lo anterior, es normal que den una cierta sensación de rigidez los dibujos de esta etapa. Las figuras normalmente no manifiestan movimiento, son estáticas, ligadas al suelo y no varían mucho pues el niño se satisface en repetirlas.

Por lo común el niño tiende a ocupar todo el papel disponible colocando las diversas figuras que conforman su escena. Aún así hay niños tan ensimismados con lo que hacen que no atienden al resto del papel, dibujan sólo en una pequeña zona. O bien, hay otros que se sienten inseguros de las figuras que pintan y las sitúan diminutas en una pequeña esquina, sin importar el tamaño del papel de que dispongan. Respecto a los primeros podemos ayudarlos dándoles la oportunidad de que se paren a pensar un poco lo que quieren dibujar:
Papá -- Pablo, has comentado que quieres pintar una gasolinera ¿Dónde la colocarás? También hablaste de un lavadero de coches. ¿Dónde irá? ...
Respecto a los segundos, es muy posible que precise mayor atención y aprecio por sus dibujos. También podríamos trabajar su autoestima.


¿Y si dice que sus dibujos no son ''reales''?: Es inusual que un niño durante esta etapa sienta una necesidad verdadera de que sus dibujos parezcan reales. Un niño así seguramente es por propia iniciativa observador y atento a los detalles de la naturaleza. Un maestro comprensivo podrá orientarle y prestar atención.

Pero generalmente la insatisfacción del niño acerca de la apariencia ''poco real'' de sus dibujos, se debe a la influencia de un adulto que le hizo ver que no dibujaba cosas reales. Por eso el niño pide ayuda para dibujar.

Algunas veces basta con decirle: ''Pablo, eso que dibujas no necesita ser real, hay muchos dibujos y cuadros que no parecen reales''. Recordemos que los artistas no conciben el arte como una forma de reproducción fotográfica, la mayoría lo usa más o menos libremente para plasmar sus emociones, personalidad y punto de vista particular.

Otras veces basta hacerle partícipe de lo que el mismo quiere pintar, que de alguna forma lo reviva en su imaginación:
Mamá -- ¿Qué querías pintar, Eva?

Paloma -- Una casa.

Mamá -- ¿Pero a cuál te refieres? ¿La nuestra o la de la abuela?. ¿La de la abuela, donde estuvimos de vacaciones? ¿Te acuerdas que le ayudamos a arreglar el jardín?. Luego merendábamos y jugábamos en el porche, ¿recuerdas?


¿Y si pinta sin intención ninguna?:
Cuando decimos que un niño pinta sin ''intención'' alguna, no nos estamos refiriendo a que dibuja espontaneamente o no le hemos dado instrucciones o sugerencias para que dibuje algo, o que está experimentando con las pinturas. Queremos decir que la mayoría de las veces pinta al azar, sin propósito; cuando le preguntamos acerca de sus dibujos, responde: ''No sé, estoy dibujando algo...''

Ello puede significar que no es capaz de fijar sus ideas en un tema concreto de sus interés, no siente deseos de expresarse.

Solucionar este problema implica dedicar suficiente tiempo como para despertar en el niño sus intereses, sensibilizarlo con experiencias emotivas y significativa que atraigan su curiosidad, participación o atención. Una vía para reforzar la confianza del niño en este sentido es el relato de cuentos donde intercambiamos impresiones con el niño.

En cualquier caso, no se puede imponer y forzar la hora de las ''actividades artísticas'' pues así conseguiremos su rechazo. Tampoco debemos prolongar estas actividades más allá de lo necesario, los niños no pueden mantener la concentración en una misma actividad por mucho tiempo.

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6. De 7 a 10 años de edad.

Afirmación del esquematismo: Conforme Paloma crece, tiene mayor conciencia de sí misma y de su entorno. Sus dibujos también reflejan estas relaciones cada vez más ricas con las cosas. Pero entre los 7 y los 9 años, llega un momento en que los dibujos de Paloma ya no reflejan cambios. Paloma siente ahora la necesidad de demostrase a así misma que las figuras que dibuja (personas, el sol, árboles, nubes, casas, pájaros, la hierba, flores, montañas, ...) no le salen por casualidad. La forma de asegurarse que ella es capaz de dibujar estas figuras es mediante la repetición. Así, siempre dibujará los árboles, las casas, las personas, ..., de la misma forma. Estas figuras son particulares de Paloma y diferirán de otro niño. Solamente cuando Paloma quiera expresar algún detalle o matiz especial, introducirá modificaciones a sus dibujos. Si por ejemplo quiere dibujar un hombre grande, entonces dibujará dos piernas largas; otro niño quizás optará por ensanchar la cabeza, o hará un cuerpo más grande. Es bueno decir que no debemos ''corregir'' a nuestra conveniencia estos cambios personales, que son tan importantes para cada niño.

Según esté afianzada la imaginación, sensibilidad y flexibilidad de Paloma por sus experiencias y motivaciones, así serán de ricos o pobres sus dibujos. Por ello no conviene anticipar esta etapa en los niños y debemos permitir que sigan su ritmo y descubrimientos, ayudándolos en cualquier caso, ampliando su sensibilidad mediante el diálogo, por ejemplo.

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5.3. Materiales adecuados.


En esta etapa tienen importancia el uso de temperas y pinceles porque puede cubrir así amplias áreas de color sin dificultad. Con rotuladores y lápices finos es más costoso mezclar colores o rellenar amplias superficies. Con la arcilla y la plastilina puede ensayar monigotes de diverso tipo, en distintas posiciones y situaciones. También es importante el recorte de papeles que pueda situar y pegar a voluntad en el papel.

(foto: FredArmitage)

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5.2. El significado de los dibujos.

Puesto que el niño en esta etapa está buscando su forma de representar las cosas y el cuerpo, frecuentemente puede pintar figuras que nosotros apenas podemos reconocer. O puede ocurrir que lo que antes representaba un niño, hoy representa un perro.


Niño pequeño en su carrito.

No debemos jugar a las adivinanzas intentando averiguar que significa un dibujo:
Mamá -- ¿Quién es Mamá o Papá?
A lo mejor el niño ha querido dibujarse a sí mismo. Corremos el riesgo de perder la confianza del niño. Basta con pedirle que nos cuente él mismo que está dibujando. Véanse los apartados, 2.4. ¿Es bueno elogiar siempre el dibujo de los niños?, 2.5 Es bueno criticar los dibujos de los niños, 3.7. El niño que nunca habla de sus dibujos, y 3.8. El niño que habla de cosas que no se ven en sus dibujos.




El niño quiso dibujar a tantos familiares distintos que cuando volvía a revisarlos para añadir algún detalle particular los confundía o dudaba de la identidad que les dió cuando los dibujaba.

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5.1. Actitud de los adultos.

Es importante que durante esta etapa los padres y educadores respeten el ritmo del niño en la construcción de sus figuras. Es un descubrimiento que debe realizar el niño de forma activa, nosotros no lo podemos hacer por él. Si forzásemos este desarrollo, le estaríamos situando ante situaciones que no es capaz de asimilar.

En esta etapa el niño está centrado en sí mismo, en su ''yo'', en lo ''mío''; y esto se refleja en sus dibujos de la siguiente forma:
  • Dibuja de forma dispersa: como antes se ha dicho, coloca sus figuras de forma dispersa. Generalmente coloca la figura humana en el centro y el resto alrededor, no vincula las figuras entre sí.

  • Es inútil pedir al niño que dibuje un paisaje con lejanas montañas y casas, o algo semejante.
  • No respeta las proporciones o el tamaño: Que el niño se dibuje a sí mismo abrazando a su muñeco con unos enormes brazos y manos, no significa que se ha equivocado en el tamaño, sino que en ese momento sólo es importante su preciado muñeco y lo mucho que le quiere. El niño pinta como siente, no como ve. Las emociones son más importantes para él que el tamaño real de las cosas.

  • Es inadecuado por tanto, corregir al niño enseñándole como debe pintar correctamente el tamaño de las cosas.
  • El color no se corresponde con lo real: El niño establece también una relación emocional con el color, no establece una relación objetiva. Así por ejemplo, dibuja un cielo amarillo o una cara azul porque le gusta el impacto visual que causa, o porque en ese momento le apetecía usar el color azul. Para él todavía no es tan importante el color, está ocupado en otras cosas: el trazo de la cara o dónde debe colocar el cielo.

  • Por el mismo razonamiento, no haríamos bien en corregir el color de los dibujos, diciendo:

    Papá -- Eva, el cielo no es amarillo ¿Es que no puedes ver que el cielo es azul?

Y el principal argumento para respetar el ritmo del niño y no corregirlo es que así le damos la oportunidad para que él mismo descubra el espacio, el tamaño y el color. Si le damos las cosas con ''cucharilla'', impediremos que goce descubriendo el mundo; lo convertiremos en una persona dependiente de los demás, con inseguridades para poder crear algo.

Pero si podemos ayudarlo a establecer una relación más rica y sensible consigo mismo y con lo que les rodea; relaciones que expresará en sus dibujos cuando las halla asimilado. Los siguientes temas serían adecuados para motivarlo, por ejemplo:

  • Mamá y yo
  • Yo como
  • Yo corro
  • Mi amigo y yo
  • Mi familia y yo
  • Voy con mi amigo a la piscina, ...
Véase además los apartados anteriores \ref{subsec: es bueno ayudar} y \ref{subsec:proporciones} y \ref{subsec: no puedo dibujar}.

Así, si un día llueve o hace tormenta, podemos asomarnos a ventana con Eva y comentar como es el cielo; también podemos subir a un mirador y contemplar con ella una puesta de sol; o podemos fijarnos en la forma caprichosa y movimiento de las nubes. Después de estas observaciones, seguramente que Eva sentirá un mayor deseo de pintar un cielo distinto.

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5. De 4 a 7 años de edad.

Sobre los 4 o 5 años de edad irán apareciendo en los garabatos del niño ciertas trazos circulares para indicar la cabeza y otras líneas rectas y largas para las piernas. El niño ya ha conseguido representar una figura con significado. Ha abandonado la etapa del garabato. A partir de entonces se suceden las siguientes etapas:


El niño quiso dibujar: cabeza, ojos, nariz, boca, orejas, pelo piernas,
zapatos, cuello (entre las piernas y bajo la cabeza) y vestirlo con una
bata (trazos sueltos salientes de los laterales inferiores de la cabeza).


Etapa pre--esquemática (de 4 a 6 años): Ese círculo cerrado del que salen las extremidades (llegando a salir muchos más trazos que extremidades), se irá enriqueciendo poco a poco con nuevos elementos que irá cambiando. El niño está buscando conscientemente figuras para representar las cosas o las personas. El ''renacuajo'' se irá transformando en un ''monigote''.


Que el niño no dibuje manos, dedos u orejas en sus renacuajos o monigotes, no significa que no sepa o conozca que son; significa que todavía no son importantes para él en sus dibujos, todavía no los ha asimilado de forma activa como para representarlos. Con el tiempo lo logrará.

De izquierda a derecha: hija, mamá y papá. La mama lleva pendientes en
las orejas y el papá lleva barba debajo de la boca. Los trazos y redondeles
externos a las figuras son signos que representan los nombres de cada uno.



Igualmente, el niño distribuye de forma dispersa las figuras que dibuja en el papel, como si ''flotaran''. Todavía no aparecen relaciones espaciales: igual sitúa una nube y un sol el la parte inferior del papel, como una casa en la parte superior. Poco a poco irá introduciendo una organización y un orden en sus figuras, colocándolas en serie.


También se despierta el interés del niño por el color, usándolo de acuerdo con sus emociones, la sensación visual que le producen, por azar, o utiliza el que tiene más cerca. Así puede pintar
árboles naranjas, azules, ... Mas adelante si no interferimos, él mismo descubrirá el uso coherente de los colores.


Así mismo, durante esta etapa no elabora conscientemente un plan de trabajo de lo que va a dibujar. Conforme va dibujando decide lo que quiere pintar.


Inicio del esquematismo (de 6 a 7 años): Gracias a la madurez alcanzada por la experimentación durante la etapa anterior, el niño comenzará a conquistar una representación gráfica de la figura humana y otros objetos que puede repetir, y que para el son totalmente válidos. Consigue representarlos gráficamente con los rasgos que el considera más importantes (aunque su conocimiento de las esas mismas cosas sea más extenso que lo que pinta). Elabora ''esquemas'' de la persona y las cosas. Estas representaciones son totalmente personales en cada niño. Conforme el niño vaya madurando con nuevas experiencias, irá reflejando estos progresos modificando estas figuras o ''esquemas''.


Las figuras van ocupando un orden formando parte de escenas y paisajes, situándolas entre un suelo y un cielo. Más tarde introducirá la profundidad y la lejanía.



Progresivamente va imitando el color real de las cosas, aunque utilice, por ejemplo, un mismo verde para pintar la hierba o un árbol.

También empezará a elaborar un plan previo de trabajo de lo que quiere pintar.

4.4. Materiales y lugar de dibujo adecuados.

Siempre será bueno que el niño experimente con una gran variedad de materiales pero aquellos que le ayuden a controlar su trazo serán los más adecuados. Las acuarelas, por su facilidad de extensión y mezcla, no son las más adecuadas. Las ceras, tizas y lápices gruesos son adecuados. La pintura de dedos es adecuada, como ya se dijo; aunque puede suceder que esto retraiga al niño a una etapa ya superada en la que gusta de jugar con texturas blandas o sucias (tierra, barro, alimentos, ...), más que utilizarla en el gozo de controlar sus movimientos . Si esto ocurre, la pintura de dedos no le beneficia.

Véase el apartado 3.2. ¿Qué materiales hay que comprar y dónde se puede dibujar? acerca de la pintura en paredes.

Aunque el niño use los colores por ser llamativos, esta etapa está dominada por el movimiento, no por el color.


4.3. Mi hijo nunca ha hecho garabatos.

Puede parecer que un niño se salte esta etapa, comenzando directamente con figuras reconocibles. Seguramente, ya haya ensayado el control de sus movimientos en la tierra, arena o el plato de comida.

Aún así, se aconseja dar la oportunidad al niño de que practique el control de sus movimientos mediante la pintura de dedos, por ejemplo.

4.2. ¿Hasta cuándo puede garabatear el niño?

Las etapas en el desarrollo humano son variables. Orientativamente el niño comienza a garabatear hacia los 2 años de edad. Y a los 3 años surgen los garabatos con nombre. Entre los 4 y 5 años, el niño deja la etapa del garabato.

No conviene acelerar al niño para que dibuje figuras reconocibles, pues podríamos en peligro la confianza del niño en el control de sus trazos. Los niños que prolongan esta etapa hasta los 6 años (por dificultades o limitaciones temporales), normalmente alcanzan posteriormente el desarrollo normal. Cuando esta etapa del garabato se prolonga más allá de los 6 años, hacia los 7 años, conviene consultar con el maestro o el psicólogo escolar.

4.1. Algunas formas de hacer garabatos.

Hay tantas formas de hacer garabatos como niños diferentes hay. Pero algo podemos decir de los niños observando sus garabatos:

Garabatos a sacudidas: Si el trazo del niño se interrumpe frecuentemente, es poco determinado, o es rígido y repetitivo, con sacudidas y saltos en sus movimientos, puede esto
manifestar falta de confianza en el propio trazo.

Garabatos pequeños aún en papeles grandes: Es deseable que el niño se adapte a distintos tamaños de papel conforme va creciendo. Aún así, es posible que el niño se sienta más cómodo haciendo pequeños garabatos en una esquina, lo cual puede significar que esté tan concentrado en lo que dibuja que no atiende el resto de la hoja; o puede significar que se siente
todavía inseguro ante un papel en blanco.

En los casos anteriores no podemos obligar a que el niño haga un trazo seguro o un movimiento amplio, pero podemos facilitarle papeles de distintos tamaños [1] , podemos sugerirle que ''baile'' o recorra el papel con el lápiz, y podemos permitirles que hagan independientemente actividades para que ganen confianza en ellos mismos.

El niño que rellena el papel: generalmente los niños ocupan el papel de estas dos formas:
  1. Comienza a garabatear y continúa ininterrumpidamente hasta rellenar todo el papel. Quizás puede ser monótono, pero indica ciertamente que el niño es perseverante.
  2. Comienza a garabatear y percibe que ha ocupado un lado sólo del papel. Intenta equilibrar la situación pintando otro garabato en el lado que queda en blanco. Esto indica ya un sentido de la organización estética del espacio.
[1] No conviene que el tamaño de los papeles sea excesivamente pequeño, pues los niños al principio no dominan completamente sus dedos y muñeca; empiezan controlando el brazo entero, luego articulan el codo, ... Necesitan papeles adecuados.

4. El garabato: entre los 2 y 4 años.

Durante los primeros años de vida, la expresión verbal del niño es limitada, su vocabulario no es muy amplio. El niño se manifiesta mediante el llanto, la risa y el movimiento. En los primeros años aprende a coordinar sus movimientos: levanta la cabeza, se da la vuelta en la cuna, se sienta, anda, come con cuchara, gorjea,... El garabato será vital para la coordinación de los movimientos.



El garabato sin control:
Aproximadamente a los 2 años de edad (no tiene importancia si ocurre antes o después), cada vez que un niño toma un lápiz en sus manos, siente el impulso primario de garabatear. Estos movimientos son incontrolados, ni si quiera mira donde garabatea. No debemos interferir en esta etapa. Es el movimiento por el movimiento.


  • Primero traza líneas de barrido incontroladas moviendo todo el brazo alrededor del hombro, o el antebrazo en torno al codo, que a menudo salen del papel.
  • Luego, perfecciona el movimiento anterior realizando trazos circulares avanzando y retrocediendo el brazo.
  • Por último, combina los movimientos anteriores rotando el puño y la muñeca, produce bucles y rizos.


El garabato con control:
quizás unos seis meses más tarde, el niño dibuja líneas y trazos con control, a voluntad. El niño siente gran satisfacción al descubrir este poder, descubre que es capaz de guiar su mano con un cierto control y no hace más que repetir incansablemente sus garabatos.


Lo mejor que podemos hacer es dejar al niño con su actividad. No tiene sentido, pedirle al niño que durante esta etapa dibuje figuras con perfección y control. El mismo está aprendiendo a coordinar su brazo, codo, muñeca, mano y vista. Esto no lo podemos hacer nosotros por él. Si le pedimos que repita un modelo que le damos, seguramente será incapaz de satisfacernos, lo cual le causará gran tensión. O dibujará algo que se aproxime a nuestro modelo y querrá repetirlo siempre para satisfacernos, con lo que estamos perturbando y limitando su capacidad de experimentación.


Garabatos con nombre:
Un día, Daniel puede contarnos una historia espontáneamente mientras está dibujando garabatos:
Daniel -- Esto es un dinosaurio. Tiene la boca y los dientes muy grandes, es muy fuerte, ...
Nosotros sólo apreciamos garabatos, imposible ver un dinosaurio. Ante esto debemos alegrarnos, porque Daniel nos indica que está preparándose para pensar en imágenes. De forma primaria está empezando a relacionar su pensamiento (un dinosaurio) con una imagen (garabato). Daniel está pasando de pensar en los garabatos como movimientos de su brazo, a pensar en los garabatos como una cosa (dinosaurio, muñeca, caracol, ...).

Todo esto es de vital importancia para su posterior desarrollo. Nosotros demostraremos aprecio ante este paso y prestaremos verdadera atención a sus historias, siguiéndoles la corriente:
Papá -- ¡Oh, que dinosaurio más fuerte! ¿Cómo es de fuerte tu dinosaurio, ataca con las garras o con la cola? ¿Cómo ataca tu dinosaurio?....
Es importante subrayar que es el niño el que espontáneamente nombra sus garabatos. Si el niño contesta a preguntas del adulto sobre sus garabatos, puede hacerlo para salir del paso y no porque busca un símbolo para su garabato. Debemos respetar la libertad del niño en esta etapa y no forzarlo a que busque un significado a sus dibujos.

"letras"

El garabato cumple la función de equilibrar su personalidad. Hacer garabatos es una vía más de desahogo ante multitud de situaciones que le pasan al niño y no entiende (un pinchazo del enfermero, un pequeño accidente doméstico, una discusión, ...).

3.10. El niño que pinta descuidadamente.

Muchas veces los padres desean que los dibujos de los niños seanlimpios, esmerados, ordenados. Debemos tener cuidado con esta actitud porque puede limitar la libre expresión de la personalidad del niño.

En cualquier caso si notamos que el niño pinta sin control, descuidadamente, fuera de los límites, ..., estas pueden ser las causas:
CAUSAS
1)- Física: el niño no ve bien, o no puede coordinar los movimientos.
2)- No siente deseos de expresarse.

Descartada la primera causa, podemos solucionar la segunda haciendo ver al niño que nos gustaría saber más de sus dibujos, que lo que hace tiene importancia. Si el niño descubre esto, entonces intentará hacerse entender. El deseo de pintar en el niño con más cuidado, con más detalle, nace de la necesidad de expresarse, de la necesidad de querer decir algo a sí mismo o a los demás.

Por tanto, no le pediremos que pinte dentro de los límites, que pinte con más cuidado, tampoco le haremos ver cómo tiene que colorear o dibujar. Le preguntaremos acerca de lo que quiere pintar y motivaremos su interés (véase el apartado 3.1. ¿Y si el niño dice "No puedo dibujar"?).

3.9. El niño que siempre dibuja lo mismo.

Generalmente estas son las dos causas para que el niño siempre dibuje lo mismo y que conviene saber identificar:

CAUSAS
1)- El niño muestra verdadero interés y curiosidad hacia una cosa (coches, aviones, animales, niñas y casas, ...).
2)- Se muestra inflexible y rígido pintando siempre lo mismo.


Veamos el primer caso: Si a Pablito sólo le interesan los coches por ejemplo, entonces los dibujará de muchas formas, colores, tamaño; dibujará aparcamientos, gasolineras, lavaderos, imitará el ruido del motor, querrán que le regalen coches, ... Debemos alegrarnos entonces que el niño manifieste curiosidad e interés por algo. Nunca debemos criticarlo.
Papá -- Pablo, ¡No haces más que dibujar coches! ¡Basta ya de coches!
Al contrario, aprovecharemos este interés para abrirlo gradualmente hacia otros intereses relacionados:
Papá -- Con un coche se puede ir a muchos sitios, ¿Cómo sería viajar por una montaña?. ¿O por el desierto?. ¿Qué canciones se pueden cantar en un viaje largo?. ¿Y si se estropease el coche, a quién pedirías ayuda? ...



Segundo caso:
Al igual que un niño que le cuesta adaptarse a los cambios o seguir un orden, responde siempre de una misma forma: pataleta, enfado, ..., en sus dibujos también puede repetir sin variaciones una misma figura. Esta repetición rutinaria le da cierta seguridad.

Si por ejemplo, Laura repite sin varaciones dibujos de niñas, podemos introducir gradualmente alguna variación y romper la monotonía:
Papá -- [Si a Laura le gustan los vestidos] Laura, el otro día estrenaste vestido nuevo. ¿A cuál de las niñas que has dibujado podríamos regalarle también un vestido nuevo?. ¿Cómo es el vestido que te gustaríaregalar?. ¿Lo dibujas?.
También podemos cambiar a un material diferente como la arcilla o plastilina que permitirá a Laura modelar niñas con mayor flexibilidad y jugar con estos mismos muñecos.

3.8. El niño que habla de cosas que no se ven en los dibujos.

Es el caso contrario al anterior. Un niño que no es capaz de dibujar o pintar todo lo que nos cuenta, nos indica que su imaginación no es capaz de visualizar en dibujos sus palabras. Podemos entonces interrumpir al niño, preguntarle y pedirle que intente pintarlo.

Si fuera posible, también podemos pedirle que escriba los que nos cuenta. Así, el niño podrá concentrarse en lo que quiere dibujar.

3.7. El niño que nunca habla de sus dibujos.

Ciertos niños tienen una imaginación muy viva y pasan mucho tiempo ensimismados dibujando, jugando en sus cosas. Si cuando les preguntamos acerca de sus actividades, nos responde pobremente. Es muy posible que la causa sea un vocabulario o expresión verbal limitada.

Preguntando de forma habitual acerca de sus dibujos y pinturas, acerca de los detalles, estimularemos su expresión verbal.

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3.6. ¿Cuándo pueden empezar a dibujar los niños?

Que un niño empiece a dibujar antes o después no tiene especial importancia, al igual que empiece a hablar unos meses mas tarde o no que otro niño. Si damos oportunidades y facilitamos material adecuado, el niño comenzará a garabatear. Nuestra reacción debe ser natural y comprensiva. A partir de entonces, quien dirige la situación debe ser el niño. Si encuentra estímulo en su propio trabajo y se muestra satisfecho, no debemos forzarlos.


Al igual que en otras actividades (lectura, escritura, cálculo, ...), el deseo de realizarlas es el estímulo para llevarlas a término.

3.5. Varios hermanos.

El peligro de esta situación son los celos y tensiones entre hermanos, motivados por prestar más atención a uno que a otro.

La solución consiste en eliminar la crítica y el elogio injusto.

Si un hermano se expresa cómodamente dibujando, pero otro hermano no; los padres pueden facilitarle otro medio de expresión diferente que le permita expresarse a su modo, por ejemplo, el modelado con plastilina o arcilla. Los padres apreciarán igualmente a los dos hermanos.

Recordemos que el dibujo permite que todos los hermanos se expresen a su manera. Es tarea de los padres que los hermanos aprecien estas diferencias de expresión, todas ellas válidas.

3.4. El hijo único.

El problema de tener un solo hijo es que es el centro de atención durante todo su desarrollo. Es el centro de los padres tanto en sus aciertos, como en sus errores. Es peligroso prestarle una atención exagerada.

En compañía de hermanos, los conflictos y tensiones que acumula un niño son eliminadas o exteriorizadas mediante el juego, las discusiones, las peleas, la competición, ...

Las actividades artísticas, si son enfocadas adecuadamente, servirán de desahogo y valvula de escape a muchas de esas tensiones del hijo único. El arte infantil le sirve para auto-expresarse y poder encontrar así su equilibrio.

En cualquier caso, generalmente a partir de los 9 años, el niño deseará asociarse con otros niños y necesitará de esas experiencias.

3.3. Mi hijo dibuja muy bien.

''Mi hijo dibuja muy bien, sabe copiar perfectamente dibujos de libros y tebeos''.

Muchos de estos niños que parecen estar bien dotados para el dibujo, se sienten perdidos cuando se les pide que dibujen algo original. Estimulando sólo estas habilidades, corremos el peligro de convertirlo e un ''pintor adulto'' sin frescura, ni originalidad.

Los niños que tienen la oportunidad de expresarse libremente, son originales, independientes, creativos, no dudan y expresan con facilidad lo que quieren manifestar. Y recordemos, que sus dibujos no tienen por que ser ''bonitos'' a los ojos de los adultos. Es conveniente por tanto, conservar este tesoro de frescura infantil más allá de las destrezas técnicas, que siempre se podrán adquirir posteriormente.

3.2. ¿Qué materiales hay que comprar y dónde se puede dibujar?

Debemos facilitar al niño los útiles necesarios para poder dibujar y de suficiente calidad. Igual que un albañil no puede construir una buena casa con malas herramientas, un niño no se sentirá cómodo con malos materiales.

Así, no debemos distraerlos o desviar su atención con una sobre abundancia de lápices, ceras, colores, .... Si le facilitamos un gran estuche con muchos colores, el niño puede no sentir la necesidad experimentar y mezclarlos para obtener otros nuevos.

Tampoco debemos pedirles que sean excesivamente ''cuidadosos'' con sus útiles de dibujo y que aparezcan siempre como nuevos e intactos. Algunos niños presumen de esto al final del curso. En consecuencia, el niño tiene miedo a gastar los lápices, llegando incluso a dibujar con un trazo débil.

Podemos solucionarlo quebrando sus ceras y disponiéndolas sobre una bandeja.

Generalmente, cuando un niño aumenta su concentración reduce la cantidad de papeles sobre los que dibuja, pero no deberíamos limitarle la cantidad de papel a su disposición, sólo cuando lo malgasta de forma indiscriminada sin ningún propósito.

No es bueno tampoco dar instrucciones de cómo se utilizan nuevos materiales, es parte del proceso creativo experimentar desde un principio con ellos.

Más tarde hablaremos de los materiales que son más adecuados según la edad. Vaya ahora la siguiente lista de posible material:
  • Pintura de dedos.
  • Lápices, ceras y tizas (gruesas, finas, duras y blandas).
  • Rotuladores.
  • Acuarelas, pinceles, pintura acrílica, tinta.
  • Arcilla y plastilina.
  • Papel de distintos tamaños y colores, cartón, cartulina.
  • Cajón de Sastre: tijeras, botones, cordones, maderas, cuerdas, tela, pegatinas, pegamento, piedras, corcho, celofán, porexpan, ...


En cuanto al lugar donde pueden pintar los niños, esto supone un problema en los primeros años de la infancia pues el niño da rienda suelta a su impulso de garabatear. Si el niño dispone de oportunidades suficientes para garabatear (papeles, pizarra, ...) no tiene porque hacerlo en paredes y muebles.


Sería estupendo que el niño dispusiese de un rincón con buena luz, mesa horizontal y sillas de tamaño adecuado, donde pudiese acceder libremente al material con sus amigos.


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3.1. ¿Y si un niño dice: ''No puedo dibujar''?.

Cuando un niño dice esto, normalmente pensamos que puede ser una indicación de su falta de habilidad o destreza para dibujar ''bien'' las cosas. Pero esto no es así, los niños en principio no siguen una norma de lo que debe ser un dibujo. Cada niño pinta con su manera y estilo particular. Si un niño no puede pintar es porque ha perdido la confianza en sí mismo. Y generalmente se debe a las siguientes causas:


CAUSAS
1)- Porque los adultos hemos interferido directamente o criticado injustamente: ''el hombre que has dibujado no parece real, le faltan los pies, ...'', o les hemos enseñado cómo se debe dibujar, colorear, ...
2)- Porque se han acostumbrado a los dibujos de colorear, de copia o de perfilar siluetas. Se sienten incapaces de dibujar independientemente algún dibujo.
3)- Porque no recuerdan suficientes características de las cosas que quieren dibujar.


Soluciones: En la tercera causa pueden darse dos situaciones:

Situación A
Pablito -- No puedo dibujar.
Mama -- ¿Pablito, qué es lo que te gustaría dibujar?.
Pablito -- Oh, no sé, ..., cualquier cosa.

Esta situación indica que el niño no tiene experiencias que inspiren sus dibujos. Nosotros podemos recordárselas:
Mama -- Pablito, ayer estuvistes ayudando a Papa a cambiar una rueda del coche. ¿Sacásteis primero los tornillos? ¿Recordamos cómo lo hicísteis? ¿Qué ruido hacían? ¿Pesaba mucho la rueda?, ...

El niño, junto a la madre, empezará a recordar cada uno de los pasos que llevó a cabo, e incluso preguntará a la Mamá.
Pablito -- ¿Mama, cómo se llama el aparato para levantar el coche?, ...

El niño está reviviendo una experiencia concreta, ya tiene un tema y comenzará a pintar.



Situación B
Pablito -- Mamá, no puedo dibujar a Papá cambiando la rueda.

En esta situación, el niño quiere pintar algo, pero se muestra incapaz. Nosotros no debemos actuar sobre su dibujo, sino sobre su experiencia:
Mamá -- ¿No puedes dibujar a Papá cambiando la rueda?. ¿Cómo pones las piernas para cambiar la rueda?. ¿Qué herramienta coges con las manos?. ¿Haces mucha fuerza con los brazos?, ...

Actuando así, fortalecemos su imaginación, e incluso Madre e hijo pueden actuar como si fueran el Papá cambiando la rueda. De esta forma el niño también aprende a ponerse en el lugar del Padre, aprende a comprender las necesidades de los otros.

Si al niño le cuesta mucho dibujar libremente debido a las dos últimas causas, podemos actuar como ya se ha indicado de forma gradual y pacientemente, probando con otros materiales más adecuados en estos casos como la arcilla o la plastilina.

3. ¿Cómo podemos motivar la creatividad de los niños?

Los dibujos infantiles son un documento de su personalidad. Reflejan si el niño es libre, feliz, sin complejos o sin embargo está cohibido y tenso.

El deseo de un niño por dibujar nace de su impulso por expresarse, por manifestarse. Su mundo se enriquece a través de susexperiencias, de todo lo que hace y le pasa.

Los padres, además del amor que sólo ellos pueden dar y nada puede reemplazar, tienen como tarea educativa desarrollar y avivar la sensibilidad del niño hacia las cosas y personas que le rodean en todo momento, no solo cuando pintan. Los sentidos (vista, tacto, gusto,...) no están para usarlos, sino para sentirlos y gozarlos. De esta forma, ayudamos a los niños a comprender e interpretar su propio mundo.



Hay adultos insatisfechos que necesitan continuamente estímulos porque son incapaces de entenderse con sigo mismos, con su imaginación, con su mundo. O se ha vuelto insensibles a la riqueza que los rodea.

En posteriores secciones, veremos cuales son las experiencias de las que los niños son capaces de asimilar según la edad que tengan.

2.7. ¿Conviene colgar los dibujos del niño en las paredes?

Repetimos que los niños no dibujan cuadros, no están interesados en el resultado final como los pintores y artistas. Ellos disfrutan y gozan mientras están dibujando libremente, cuando terminan, el dibujo ya ha cumplido su principal función y el niño pierde interés.

Al colgar un dibujo de Danielito en su cuarto, en una pared, corremos el riesgo de desviar su atención hacia el resultado final. Si mostramos nuestra preferencia por una pintura en concreto, el niño puede querer volver a agradarnos repitiendo el mismo dibujo o estilo. Danielito se vuelve crítico con sus dibujos y puede perder espontaneidad.

Es más, si Virginia, niña cohibida y tensa, después de muchas motivaciones y esfuerzos consigue hacer un dibujo libremente, que colgamos en la pared para celebrarlo, podemos contribuir a generarle mayor ansiedad ante el temor de no poder satisfacer de nuevo a los padres. El buen estímulo consiste en ayudarla a conocer sus propias experiencias, no en ensalzar el dibujo en sí mismo.

En resumen, seleccionar dibujos y colgarlos no es conveniente. En todo caso, colgar una multitud de ellos no seleccionados, no es dañoso.

2.6. ¿Lo que dibuja un niño debe ser ''bonito''?

La palabra ''bonito'' o ''agradable'' tiene sentidos diferentes para cada persona.

Laura, Beatriz o Andresito son niños diferentes y cada uno en sus dibujos manifiesta su mundo mediante sus propios medios.


Si Andrés es un niño ordenado y limpio, procurará que su dibujo sea organizado y todos sus elementos estén relacionados. Si Beatriz es una niña espontanea, pintará lo que se le ocurra sin importarle donde coloca cada elemento. ¿Cuál de los dos niños es mejor?. Ninguno, los dos son diferentes. Puede ser que las pinturas organizadas sean agradables a los adultos, y si damos importancia a esto, estamos negando al otro niño el derecho a una expresión más espontanea.


No impongamos a los niños nuestros conceptos sobre lo ''bonito'', no les digamos que hagan ''dibujos bonitos''. Si no les decimos nada de esto, a los niños jamás se les pasaría por la cabeza que deben hacer un ''dibujo bonito''.


No sólo nos llenará de satisfacción un niño que se revela a su manera en sus dibujos, sino que esta capacidad creativa es de vital importancia para su crecimiento.

2.5. ¿Es bueno criticar los dibujos de los niños?

Una crítica indebida o injusta es más perjudicial que un elogio inmerecido. Pero una crítica en el momento oportuno debe ayudar al niño a encontrarse a sí mismo en sus dibujos.

Si se pregunta, por ejemplo, al niño y este responde:
Mamá -- Laura, ¿qué has pintado?.

Laura -- ¡Oh, nada!, No sé.

Y tenemos la impresión que su actitud es de indiferencia o pasiva. O si nos cuenta una larga historia sobre lo que pinta, pero nada de lo que dice se refleja de alguna manera en su dibujo. Conviene preguntarle entonces por los detalles que mencionó o aumentar su sensibilidad:
Mamá -- Laura, has dicho que estabas columpiándote. ¿Dónde está el columpio? ¿Puedes señalármelo?

Mamá -- ¿Recuerdas cómo el columpio estaba sujeto al árbol? ¿Tus pies tocaban el suelo? ¿Fue dificil subir al columpio?

Pero nunca se criticará la forma cómo el niño ha pintado o dibujado. Esto causará frustración al niño y perderá la confianza en sí mismo. Todo niño debe tener libertad para expresarse según su propio estilo.


Evitese por tanto buscar la semejanza con la realidad en los dibujos de los niños:

"Laura, eso que has dibujado no parece un columpio".

Es lo peor que se puede decir a un niño. Si los dibujos de Laura no parecen reales a los ojos de los adultos, si que son reales para sus propios ojos. Son dos mundos distintos. Laura, por la crítica inadecuada se frustrará, pues es incapaz de satisfacer el modelo que le imponen.

Evitese también la crítica una vez terminado el dibujo. La crítica más constructiva es la que puede hacerse durante el proceso de trabajo. Una vez que un niño concluye un dibujo, su interés se desvanece rápidamente. El niño dibuja no para producir cuadros, sino para expresarse. El dibujo libre no se entiende para producir artistas, sino que es un medio para crecer como persona . El poner demasiado interés en el producto final de sus dibujos carece de sentido.